El nacimiento de un bebé es uno de los momentos más intensos de la vida. Entre el cansancio, la emoción, el miedo y la necesidad de conectar con el recién nacido, muchas veces se pasa por alto una gran verdad: la madre recién parida también necesita cuidado, espacio y descanso.
En nuestra cultura, las visitas en el hospital tras dar a luz son casi una tradición. Familiares, amigos, vecinos… todos quieren conocer al nuevo miembro de la familia. Pero, ¿realmente es lo mejor para la madre y el bebé? ¿Estamos respetando sus tiempos, necesidades y emociones?

La realidad física y emocional tras el parto
Nada más dar a luz, el cuerpo de la mujer comienza un proceso de recuperación intensísimo. El útero debe contraerse, pueden existir desgarros, puntos, dolores, pérdidas de sangre, escalofríos, sudoración... Y todo esto mientras aprende a sostener, alimentar y calmar a su bebé.
En lo emocional, la montaña rusa no es menor: desde el amor desbordante hasta el miedo, la vulnerabilidad, el llanto y la confusión. Son las primeras horas del postparto, ese terreno tan poco explorado y poco hablado, donde la madre necesita sentirse acompañada, no sobreestimulada.
Una revisión sistemática publicada en el British Journal of Midwifery concluyó que limitar las visitas durante las primeras 24 a 48 horas puede favorecer el descanso materno, mejorar su recuperación física y facilitar su adaptación emocional. No se trata de no recibir a nadie, sino de hacerlo respetando los ritmos y deseos de la madre.
¿Y el padre o acompañante?
El padre o la pareja también vive un momento intenso. Aunque no haya atravesado el parto físicamente, suele experimentar emociones abrumadoras: miedo, inseguridad, cansancio y necesidad de proteger a su familia. A veces se sienten desbordados al tener que cuidar de la madre, del bebé… y encima recibir visitas. Muchas veces no saben cómo poner límites, y acaban priorizando el "quedar bien" frente al bienestar familiar.
Es importante darles también voz y validar su experiencia, su cansancio y su necesidad de tranquilidad.
Mi experiencia personal
Quiero compartirte algo que viví y que me marcó profundamente. Cuando hablé de las visitas en el hospital con Juan, mi marido, tenía muchas dudas. No sabía cómo iba a ir el parto, si sería de las que a las pocas horas ya están de pie y con ganas de ver a la familia cercana. Desde el principio habíamos decidido que solo vendrían los más allegados, pero también dejé caer: "Si algo no va bien, no me va a apetecer ver a nadie".
Yo soy de las que se asusta por todo, lo reconozco. Pero aún así, como suele pasar, me sentí mal al poner límites, y al final accedimos a que vinieran los abuelos, la bisabuela y los padrinos del niño.
Mi parto fue bien, pero perdí mucha sangre. Una vez en la habitación, estábamos 5 personas de visita, Juan, el bebé y yo… y a mí me dio un bajón tremendo. Me empecé a marear, perdí la vista y el oído, sentí angustia, miedo. Tenía la habitación llena y sentía que no podía ni respirar. Me tuvieron que hacer una transfusión. Aun así, durante los cuatro días que estuve ingresada seguimos recibiendo visitas. Yo sin poder levantarme de la cama, necesitando que Juan me ayudara a moverme, y el bebé pasando de brazo en brazo.
No podía ni sostener a mi hijo, tenía que pedir que me lo acercaran. Y aunque todo el mundo venía con la mejor intención, yo no lo estaba viviendo bien. Me estaba haciendo la fuerte, pero por dentro me sentía superada.
Con todo esto, no digo que las visitas estén mal. Estoy convencida de que si no hubiera perdido sangre, quizás las habría disfrutado. Pero esa no fue mi realidad. Y creo que como la mía, hay muchas otras. Por eso es importante hablarlo.
¿Entonces, son buenas o malas las visitas?
La respuesta no es tan simple como sí o no. Las visitas no son malas por sí mismas, pero sí pueden ser perjudiciales si:
-
No se respetan los tiempos y necesidades de la madre
-
Se antepone el deseo de ver al bebé al bienestar físico y emocional de quien acaba de dar a luz
-
Se generan ambientes caóticos o poco íntimos
Cada familia debería poder decidir libremente qué quieren, cuándo lo quieren y cómo lo quieren, sin presiones, juicios ni culpas.
En resumen
-
Las primeras horas tras el parto son clave para la recuperación de la madre y la adaptación al bebé.
-
Las visitas deberían adaptarse a lo que la madre necesite, no al revés.
-
Hablarlo previamente con la pareja y poner límites es sano y necesario.
-
Las emociones de ambos (madre y padre/acompañante) son válidas y deben ser escuchadas.
🤍 Nadie te enseña a poner límites cuando acabas de parir.
Si tú ya pasaste por ahí, comparte tu historia. Y si no supiste cómo hacerlo, como me pasó a mí, también cuéntalo. Esto va de acompañarnos.
Añadir comentario
Comentarios